Omar Adolfo Mendez

Los primeros guantazos  los dio en el gimnasio Iván Montenegro, de León, que está a la par del estadio de béisbol, en el que ahora se practica baloncesto.  Méndez, quien en ese entonces no tenía valor ni para preguntar cuánto costaba la práctica,  se convertiría años después en un temible boxeador, aunque al bajar del ring seguiría al que 2Polvorita” obligaba a hablar y al que Gustavo Herrera, ex boxeador, recuerda como del deportista más humilde que ha conocido. La disciplina de este boxeador dependió mucho de su encuentro con “Polvorita”.  Así lo reconocen tanto el peleador como el entrenador.  “Él me enseñó a pelear y siempre me dio buenos consejos,  lo recuerdo como un padre”. En la preparación de Méndez fueron claves las facilidades que otorgó el gobierno sandinista a los atletas; casa, alimentación y preparación técnica, a cambio de rendimiento, explica “Polvorita”. Su pasión nata por ese deporte, la descubrió cuando tenía 13 años.  Las imágenes del explosivo Alexis Argüello, dándose trompones con el mexicano Rubén “Púas” Olivares lo marcaron para siempre.  “Quería ser como él”, confiesa con timidez este hombre de 43 años, que estudió hasta sexto grado.

  • Representó a Nicaragua hace dos décadas en los Juegos Olímpicos en Estados Unidos.  Desde entonces se convirtió en una de las estrellas del boxeo nacional. Fue medallero eterno en Copa y Torneo Regionales.  De esa gloria, Adolfo Méndez conserva recuerdos y resentimientos con los que sobrelleva sus días en una celda de la cárcel de Chinandega, donde purga una condena de dos años.
  • No es el mismo de hace 20 años. La alegría que lo colmó cuando sobrevivió de pie a los trompones del estadounidense, Pernell Whitaker, el viernes tres de agosto en la arena de las Olimpiadas, en Los Ángeles 1984, ya no asoma en su mirada.  Su cabeza negra empieza a blanquearse.  Físicamente mantiene la estampa liviana y flaca y los brazos de mono, largos y fibrosos, que lo caracterizaron.  Sus manos de dedos nudosos son las de alguien que propinó muchos golpes.  También soportó lo suyo.
  • La última paliza se la dio la vida cuando un juez de La Paz Centro lo sancionó a 24 meses de cárcel por “daños a la propiedad y maltrato psicológico” en contra de Nidia Montano, su ex mujer.

DÍAS DE MEDALLAS

  • En los años ochenta, Adolfo Méndez ofreció unas 120 peleas en la categoría amateur.  En esa década, en el país estaba suspendido el boxeo profesional.  El cronista deportivo Enrique Armas recuerda a Méndez como un “cliente fijo” en todos los Torneos y Eventos deportivos que se celebraban en Cuba, Venezuela, República Dominicana y en Centroamérica.  “El negrito vivía como cantimplora de patio, siempre lista”,  grafica Armas.
  • En todos estos eventos arrebató Medallas. En 1985 logró el Bronce en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Venezuela. En ese mismo año lo condecoraron con la Medalla de la Juventud en el Torneo Cardín, en Cuba.  En esa isla del Caribe, consiguió Medallas en otros torneos en los que era un competidor de cajón.
  • Tres años más tarde, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en Guatemala, alcanzó la plata en peso ligero (60 kilos), el que siempre peleó.
  • “Polvorita” que fue su entrenador a lo largo de esos años, relata que en Guatemala impuso un récord de 22 K.O. y por eso se convirtió en ídolo.
  • Le llovieron ofrecimientos de varios países para desertar de la selección, pero no fue capaz, se acuerda “Polvorita”   En los Ángeles, después del choque con Whitaker, el promotor estadounidense, Bob Arum, le ofreció quedarse y apadrinarlo.  Tampoco quiso.  El hombre le soltó una frase, con la que hoy coincide más que nunca: “Te vas arrepentir”.
  • En el país no fue menos vencedor. Se mereció cuatro Medallas de Oro consecutivas en las Copas Sandino, que se montaron en la segunda mitad de los ochenta, y a la que venían boxeadores de 11 países, casi todos del bloque socialista.
  • En 1988, por sus resultados en las Copas Nacionales y el desempeño en Guatemala, el Ministerio de Deportes lo declaró Atleta del Año.  Méndez esperaba una recompensa material como la que la habían dado en 1986 cuando se casó, que le dieron un televisor, una plancha y una cocina.  El pomposo nombramiento se materializó en una placa, según Méndez, quien ya no retiene mucho las fechas, ni los nombres de las competencias de las que trajo algún reconocimiento.
  • Su hermana mayor, Lorgia Méndez, explica que el brutal golpe que llevó en la cabeza le afectó la memoria.  Hasta hace poco, los dolores lo revolcaban y lo alteraban.
  • Sin embargo, en una de las dos fotografías suyas que adornan la pared de la casa de su mamá, en La Paz Centro, en la que se ve con su pequeño hijo, Adolfo, se miran detrás de ellos las medallas y los trofeos.  Parte de esos galardones, que forraban la pared entera fueron arrasados por las corrientes del huracán Mitch, en 1998, que inundaron el barrio donde se crió Méndez.  Por su record deportivo, Armas, considera que Méndez debe ser el boxeador amateur más ganador de la historia del país, “porque peleó más tiempo que todos y fue muy disciplinado”  Si en esos años hubiera habido apertura al boxeo profesional “Méndez habría sido un Campeón fácilmente”, dice “Polvorita”.

SUS CÉLEBRES DERROTAS

  • De los duelos en que defendió los colores patrios, el que más lo sigue emocionando fue el que perdió con el zurdo Whitaker,  quién llegó a ser cinco veces campeón.  “Ese hombre tenía unos reflejos tremednos”, evoca mientras restriega el puño derecho en su rodilla. Las crónicas deportivas de esos años dijeron que en el primer asalto Whitaker tumbó a Méndez con un izquierdazo (jab) en su propia esquina, pero “Polvorita” dice que fue el único de los tres seleccionados que se mantuvo de pie hasta el fin.  “Era aguantador”, dice “Polvorita”.  “Tenía una piel muy dura”, complementa Armas.  Una de las anécdotas simpáticas de esa tarde en Los Ángeles fue que subió al ring con camiseta ajena.  Gustavo Herrera, compañero de selección de Méndez, le prestó su camisa.  “Es que yo dejé la mía y Gustavo me prestó la de él”, explica con la risa nerviosa de un niño al que acaban de atrapar in fraganti. Le gustaría que alguno de los canales de televisión pasara ese combate.
  • Otra derrota memorable de Méndez fue la que sufrió en los primeros años de su carrera contra el cubano Adolfo Horta, tres veces campeón del mundo amateur.  Al acordarse del episodio suelta una carcajada que estira sus gruesos labios y deja ver sus dientes blancos.  “Yo no llevaba ni 30 peleas” dice a su favor.  Los entendidos recuerdan que Horta era un boxeador extraordinario. Méndez, quien no llevaba mucho fogueo internacional se amedrentó con el poder del cubano, aunque niega haber sentido miedo.
  • Antes del encuentro en Santiago de Cuba, otro amigo le aconsejó que se tirara al suelo para que lo descalificaran por falta.  Una vez en la pelea, en el primer asalto, sintió que el isleño le conectó un gancho indebido al lado de la cintura, pero no sabe por qué no se tiró a la lona de inmediato, sino que lo pensó unos segundos y cuando lo hizo fue a él a quien descalificaron y le dieron la victoria al caribeño.  “No supiste hacerlo, mejor te hubieras fajado, ahora van a decir que le tuviste miedo”, le gritó “Polvorita”.
  • Esa actuación se regó como pólvora entre la crónica deportiva, que por varios meses le agrió la existencia acusándolo de cobarde.  Una caricatura de la extinta semana cómica lo dibujó como una clavadista, que había dejado el box por los clavados.  Las burlas fueron tan frecuentes que en una ocasión estuvo a punto de pegarle a Enrique Armas, pero “Polvorita” lo calmó.
  • Entre las inmortales presentaciones de Méndez se cuentan sus combates con el cubano Idel Torrientes, con quién chocó varias veces en Nicaragua y Cuba.  “Esas peleas eran descomunales”, dice Armas, quien destaca de Méndez su fuerza, su pegada y el “coraje horroroso” con el que subía al cuadrilátero.  Se calentaba rápido.  Le tocaban la cara y su poderío se activaba.  En uno de los recortes que “Polvorita” guarda de Méndez se le ve como una fiera, con el protector bucal casi por fuera, conectando un contundente jab a su rival.
  • A la separación con su esposa a finales de los ochenta, le sucedió el trágico fallecimiento de su única hija, que murió ahogada.  Todo eso lo puso mal. No volvió a ser el mismo” dice “Polvorita”.
  • En los noventa que se reanudó el boxeo profesional en el país, Méndez intentó dar guerra, sin éxito.  “Llegó quemado al profesionalismo”, dice Armas.  Sin embargo, luchó con peleadores de moda como Ricardo Mayorga – actualmente acusado de violación – con quien se enfrentó en 1995.
  • Consciente de que su poderío no era el mismo y apremiado por la pobreza, comenzó a desligarse del boxeo.  Por 300 dólares mensuales fue mensajero por varios años en la Embajada de Francia. Después emigró a Costa Rica y en San José trabajó como vigilante por varios años. A principios de este año planeaba regresar al vecino del sur y de ahí a Panamá, donde una hermana, cuando lo capturaron.
  • En la celda, de cinco metros por seis de fondo, que comparte con 12 reos, le ha sobrado tiempo para reflexionar y comenzar a dibujar. “En el penal me tratan bien, pero estar encerrado es horrible, no se lo deseo a nadie. Me gustaría que las autoridades deportivas de este país hicieran algo por mí”, dice nuevamente.
  • Por buena conducta las autoridades del penal lo han puesto en un régimen semi-abierto, que le permite recibir visitas de sus familiares una vez por semana, y entrenar a los reclusos que practican boxeo en la cárcel.
  • Ingresó al Salón de la Fama del Deporte Nicaragüense, en la categoría de Atleta, en el año 2007.
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